Por varias décadas una buena parte de las políticas de ciencia, tecnología e innovación (CTI) han tenido como preocupación principal la competitividad, la productividad y, en definitiva, el crecimiento económico. En los últimos años ha tenido lugar un cambio radical en el eje de las políticas de CTI. Se ha instaurado el imperativo categórico que estas políticas deben tener como prioridad, los grandes retos sociales y ambientales que enfrenta la sociedad global, por ejemplo, el cambio climático y las desigualdades sociales.
Lo anterior puede interpretarse como un llamado a que las políticas de CTI respalden el desarrollo inclusivo y sostenible y, por tanto, es un afortunado hecho para América Latina. Dados los altos niveles de desigualdad y pobreza en Latinoamérica, la idea de inclusión no requiere justificación. Por su parte, la idea de la sostenibilidad por fortuna se ha ubicado en el centro de las discusiones políticas y académicas a nivel global, que nos pone de relieve el reconocimiento de los límites del planeta.
Este nuevo escenario plantea nuevos retos para la configuración de las políticas de CTI. Aquí algunas recomendaciones:
- Las políticas de CTI deben ser suficientemente flexibles como lo requieran los contextos, las diferentes motivaciones y perspectivas de la CTI. También debe involucrar actores diversos, por ejemplo, movimientos sociales y grandes compañías (Fresoli et al., 2014, Smith et al., 2016)
- Una mejor implementación de políticas de CTI para el desarrollo inclusivo y la sostenibilidad debe evitar la fragmentación de las políticas públicas entre ‘política social’ y ‘política CTI’, al tiempo que aumenta el dialogo entre actores, eleva la coordinación y, en definitiva, crea una mejor gobernanza.
- Bortagaray Aguirre-Bastos (2022) recomiendan: 1) La formulación e implementación de políticas CTI para el desarrollo inclusivo debe tener en cuenta sus efectos distributivos. 2) En varios países latinoamericanos, uno de los retos más importantes es enfrentar las desigualdades en el acceso a educación superior. Específicamente, este desafío debe promover la igualdad en la participación de mujeres en relación con los hombres en la atracción, permanencia, educación, formación, empleo de calidad e investigación en los diferentes campos de la ciencia, la tecnología y la innovación, para facilitar los beneficios de los avances científico-tecnológico.
- Una mejor gobernanza de la CTI debe buscar mejores balances de poder entre los actores involucrados en el sistema de CTI de Colombia.
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- Poner a la inclusión y la sostenibilidad como eje de la gobernanza de la CTI puede y debe facilitar la creación de instrumentos de política que reconocen el conocimiento generado por comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes, entre otras, que constituyen la riqueza cultural, técnica e intelectual de este país.
- Por último, el concepto de gobernanza planteado por la economía Neo-Institucional representa que los acuerdos infunden orden, mitigan el conflicto, y producen ganancias mutuas en las formas contractuales o híbridas entre mercados y jerarquías (Williamson, 1996, 2005). Esta idea de gobernanza aplicada a la CTI implica no solo un proceso de negociación y acuerdos entre actores públicos y privados, sino también con la sociedad civil en diferentes niveles de gobierno (nacional, regional, local).
Este es nuestro principal llamado: la gobernanza de la CTI para el desarrollo inclusivo y sostenible debe consolidar los espacios con la sociedad civil para construir consensos sobre las prioridades de la CTI en Colombia.
Recientemente la red de gobernanza de la ciencia, tecnología y la innovación, con el liderazgo del Cider y las Externado y Javeriana, publicó dos libros sobre la temática de esta columna.